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logo con foto columna            Semanas antes del destape de Mario Zamora Gastelum, el gobernador Quirino Ordaz Coppel andaba muy radiante y optimista. Se reunió con el  cuarteto de amistades que frecuenta o frecuentaba.

            -*¿Cómo la ven, muchachos?* – inquirió a los comensales, luego de exponer un breviario sobre el proceso para designar al candidato del PRI al gobierno – *hay que divertirse, ja ja ja.*

            Según él, tenía los hilos bien sujetados para proceder al destape de su sucesor. En su agenda no figuraba el nombre de Mario Zamora, porque desde el 2016 se vislumbraba entre ellos la Ley de la Electrostática que señala: *Las cargas del mismo signo se repelen entre sí.* (Ambos son fifís y júnior de la política)

            Ahora que Quirino ha sufrido un revés con la candidatura de “Marito” Zamora y que cada vez se confirma más punzante el infortunio político sucesorio con el registro de aspirantes a diputados federales y locales, así como los prospectos a las presidencias municipales, el mazatleco no ha de andar muy saleroso.

            El gobernador nunca recapituló varios acontecimientos del 2016 que revelaban la aversión política entre Quirino y Mario.

            Recordemos un hecho muy elocuente de aquellos meses de junio y julio de 2016:

            La Comisión Nacional de Justicia Partidaria del Partido Revolucionario Institucional (PRI), suspendió, el 8 de julio, los derechos políticos de Zamora por apoyar a un partido distinto en el proceso electoral de Sinaloa.

            Mario se desempeñaba bajo la tutela de José Antonio Meade, como coordinador de delegaciones de la Secretaría de Desarrollo Social. El primero de junio le interceptaron una llamada telefónica con el empresario Miguel Arámbula, con el diputado electo del PAN, en ese entonces, Roberto Cruz Castro, y con la periodista Mariana Molina. Les daba “consejos” a los panistas para derrotar a los candidatos del PRI en Sinaloa, en especial al del municipio de Ahome, Álvaro Ruelas Echave.

            Rosa Elena Millán Bueno, a la sazón, dirigente del PRI en Sinaloa, recibió la notificación de la resolución emitida por el CEN del PRI, en base a la denuncia presentada por los priistas – según, instruidas por Gerardo Vargas Landeros - María de Jesús Castro, Mercedes Brenda Guadalupe Castro y la regidora Graciela Lucila Yong, ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE).

            Rosa Elena informó a Zamora que tendría quince días, a partir de la fecha de notificación, para presentar pruebas y argumentos que desvanecieran las imputaciones que le acreditaban.

            Pero como el buen “Marito” contaba entonces con padrinos que auguraban futuro grande en la política nacional, admitió los hechos y luego se disculpó, por lo que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE), aprobó el 10 de agosto de 2016, la restitución de los derechos políticos de Zamora, porque en la denuncia no se consideró la presunción de inocencia.

            El argumento de los magistrados fue: *“La existencia de un proceso penal no implica per se que la conducta que se le imputa al hoy actor se encuentre acreditada, ya que aún no se ha definido la situación jurídica del denunciado y, por tanto, no puede establecerse que fue el autor de alguna conducta violatoria de la ley”* advierte la sentencia elaborada por la ponencia de la Magistrada María del Carmen Alanís. (Si le entienden, me dicen después)

            Los padrinos políticos de Zamora, no ganaron la presidencia de la presidencia de la República, pero ahora él ha vuelto por sus fueros con el respaldo del reducto que aún le queda al PRI en el Senado de la República, y viene por el desquite.

            Por eso, el gobernador Quirino no anda muy gozoso que  digamos, ya le bajaron las candidaturas de Rosa Elena y Álvaro Ruelas. Nomás falta que el Cholo Sergio Torres se adhiera a Zamorita.

            En cambio, los comensales, con quienes convivía, siguen risa y risa.