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mexicanos repatriados malasia recibido perdon 0 49 1080 672CULIACÁN, Sin.- Fue un Día de las Madres, mezclado entre la alegría, la nostalgia y evocaciones familiares en la rudimentaria vivienda de la familia González Villarreal, en la menesterosa colonia Loma de Rodriguera.

Doña Carmen Villarreal recibió el mejor regalo de su vida este 10 de mayo: Volvió a abrazar - once años después - a tres de sus once hijos: José Regino, Luís Alfonso y Simón González Villarreal, quienes fueron liberados, luego de un encarcelamiento y clemencia en Malasia por presunto tráfico de estupefacientes.

Familiares, amigos, vecinos se congregaron en el barrio ubicado al norte de la ciudad para dar la bienvenida a los hermanos González Villarreal que eludieron una pena de muerte, luego una sentencia de 30 años de prisión por una supuesta posesión de 29 mil 460 kilogramos de metanfetaminas en un laboratorio clandestino.

Los sinaloenses habían sido detenidos el 4 de marzo de 2008 y en 2012 fueron sentenciados a la horca, debido a que en Malasia se castiga con esa sentencia a quienes trafican con droga.

Desde esas fechas, se emprendió una lucha a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), con abogados internacionales para defender a los hermanos Villarreal, mientras en Culiacán sus padres, Carmen Villarreal y Héctor González vivieron una odisea, para recuperar la libertad de sus hijos.

En 2015, la Corte Federal de Malasia rechazó las apelaciones mexicanas y ratificó la pena de muerte para los hermanos.

Aun así, los abogados continuaron la defensa solicitando el perdón.

En septiembre de 2018, el Sultán del Estado de Johor, Ibrahim Ismail Ibni Almarhum Sultán Iskandar Al-Haj, decidió otorgarles el perdón a los hermanos González, después de un “intenso diálogo” con la cancillería mexicana.

Este viernes, concluyó la infelicidad: Regino, Alfonso y Simón viajaron más de 20 horas desde el Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur de Malasia hasta la terminal aérea de Culiacán. Recorrieron más de 16 mil kilómetros vía aérea, para volver abrazar a padres, hermanas, esposas, hijos, amigos y vecinos que los esperaban con ansiedad.

Los expatriados no quisieron hacer declaraciones a los pocos reporteros que los esperaban en el aeropuerto y en la Loma de Rodriguera.